Porque ocultando tu propio dolor, has secado mi llanto y hemos ido ante Dios, llevándole mi petición.
Porque estando en necesidad, me has brindado una ayuda, bien sea en regalo, algo prestado, y yo, te lo he regresado.
Porque con tu escaso tiempo procuras estar conmigo, buscarme o llamarme con un interés no fingido.
Porque cuando todos me dejaron en mis momentos más difíciles, triste y amargos… Supiste decir: ¡Presente!
Porque al buscar una mano, estando yo en amargura, decepción y desolación, ¡Abriste las tuyas en un abrazo!
|
Me escuchas atentamente, y al aconsejarme lo haces: sin reproches, ni sarcasmos, sincera y sabiamente.
Si una ofensa involuntaria, se asomase en el camino, de inmediato surge en ambas un corazón arrepentido.
Porque nos respetamos amiga, y nos damos tiempo y espacio. Yo aprecio tus buenas amigas y tú igual aprecias las mías.
Porque nada ha podido, separar nuestra amistad, pues ambas hemos entendido; ¡Que Dios nos puso en el camino!
Porque has mostrado en todo tiempo; de Dios su amor, fidelidad y sabiduría, por eso y por mucho más: ¡Gracias mi buena amiga!
|