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Señor…
¡Quiero ser clara y limpia como agua de manantial! Sé que aún soy un pequeño riachuelo, que va abriéndose paso entre la duras rocas, entre maleza y espinos. ¡Pero es tan necesario!
Sólo así voy dejando atrás residuos, pajas, escoria; quebrantos, recuerdos, rencores. Mas cuando llegue a mi destino: ¡Seré agua de manantial… como esa que Tú me das ! Para dar de beber al sediento en su camino.
Que no te ofenda a Ti, ni a mi hermano, ni mi amigo o mi vecino; Con palabras o con hechos... ¡Ni aún con el pensamiento! Por eso, necesito ir siempre de tu Santa Mano. Oh Dios, ¡Hazme pura, hazme clara, como agua de manantial!
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